¿Negociar la designación del contralor y el fiscal?Desde luego, sí
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Cristián Saieh
Negociación es comunicación entre dos o más personas que requieren tomar una decisión o solucionar un conflicto, con el objetivo de llegar a un acuerdo. La finalidad es que ambas partes ganen y satisfagan sus necesidades a través de un proceso justo, que base el consenso en criterios legítimos.
En relación con la designación del próximo contralor y fiscal nacional se ha debatido respecto de si corresponde que el Ejecutivo, a través de sus representantes, entre en un proceso de negociación con los legisladores respecto de la designación que propone la Presidenta al Senado. La respuesta es bastante clara: sí pueden y la razón es simple; estamos ante una propuesta que puede ser aceptada o rechazada por los congresistas. Y cuando una parte hace a la otra una proposición para la toma de una decisión o la solución de un conflicto, lo razonable y esperable es que, en democracia, los involucrados expresen y ponderen la propuesta que reciben, mediante el diálogo y la necesaria persuasión de la otra parte involucrada. De otra manera, ¿cómo sería posible dialogar sobre los méritos de un candidato? ¿O debieran los senadores entrar en un proceso personalísimo y confidencial de ponderación de las virtudes del candidato, abstrayéndose de las reflexiones de los otros involucrados? Lo último parece absurdo.
También mirado el asunto desde la perspectiva de la ciencia política, llegamos a idéntica conclusión. En efecto, si entendemos que la política es la ciencia que se ocupa del gobierno de un Estado, debemos estar de acuerdo que ejercerla es un arte, cuyo objetivo es la conciliación de intereses complementarios y divergentes. Se trata de una actividad cuyo fin, sustentado en criterios ideológicos, es la toma de decisiones para alcanzar objetivos y solucionar, en forma negociada, la colisión de intereses opuestos que se encuentran en cualquier sociedad. Precisamente la designación de estos altos funcionarios públicos a través de la participación de dos poderes del Estado – previa intervención del judicial- es parte de la actividad política propia en un Estado. Es hora de que dejemos los cinismos en esta materia y otras tantas que afectan al país.
Ahora entramos en un “proceso constituyente”, cuya finalidad es una reforma o una nueva Constitución y en este camino también será necesario negociar para lograr acuerdos entre grupos que representan intereses muy divergentes en una sociedad en que abunda la desconfianza y el descrédito de muchos actores. Este proceso negociado será intrincado si es que queremos una participación ciudadana amplia, ya que si algo nos dice la teoría de la negociación es que los consensos en negociaciones multipartes son complejos. Si necesitamos convencer debemos estar dispuestos a escuchar más que hablar y son dos las razones para escuchar: entender a la otra parte para empatizar con ella y luego, ser escuchado.
Tanto en la designación del contralor como la del fiscal, y también en el proceso constituyente, será necesario un diálogo abierto y franco cuyo objetivo sea un acuerdo negociado en que el país gane por sobre intereses particulares.